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    DON QUIJOTE Y THE BEATLES
PARTE I - CAPITULO 21: La alta aventura y rica ganancia del yelmo de Mambrino.
“—Dime, ¿no ves aquel caballero que hacia nosotros viene, sobre un caballo rucio, que trae puesto en la cabeza un yelmo de oro?
—Lo que yo veo y columbro— respondió Sancho— no es sino un hombre sobre un asno, pardo como el mío, que trae sobre la cabeza una palangana de barbero.
—Pues ése es el yelmo de Mambrino— dijo Don Quijote—. Apártate y verás cómo queda por mío el yelmo que tanto he deseado”.  
 

Era una soleada tarde de domingo, y DQ y Sánchez caminaban sin apuro en las cercanías de la cancha de Nueva Chicago.

—Este mundo está lleno de delincuentes, Sánchez— le dijo DQ a su amigo, que caminaba a su lado—, y sin ir más lejos fijate en ese ninja negro con cara de turro que viene por la vereda de enfrente, trae puesto el gorro que seguro se lo afanó a un ninja blanco de Rapi Lin.

—¡Ay, cariño, no lo hagas!— se dijo para sí Sánchez—, son las tres de la tarde pero me parece que se viene la noche.

El así denominado ninja negro iba vestido con una remera verde y negra a rayas, haciendo juego con un escudito bordado en su gorro blanco, se había pintado ambas mejillas con esos mismos colores, y lucía en su pecho la leyenda "Aguante Mataderos".

—Pese a que es domingo, mi condición de justiciero de tiempo completo me obliga a intervenir para recuperar lo que por derecho me corresponde como miembro de Rapi Lin. Ese gorro no es para nadie más que para mí— dijo DQ mirando a Sánchez, quien a esta altura del partido ya sentía ganas de borrarse.

—Te digo, DQ, que lo que yo veo es un hincha de fútbol que va a la cancha vestido con los colores de su equipo, como hacen casi todos los muchachos— le respondió Sánchez.

Pero DQ no parecía dispuesto a escuchar razones de ningún tipo, y sin decir nada cruzó corriendo la calle y arremetió con un palo a modo de lanza contra el ninja negro, quien se tiró en palomita a un costado y de ese modo se salvó de convertirse en un brochette.

Con el envión que llevaba, DQ impactó con palo y todo contra la persiana del almacén "Pennylane", que sonó como un gong gigante.

-¡Devolvé el gorro, la reputa que te parió!- gritó DQ dándose vuelta con el palo roto todavía en la mano. Pero el presunto ninja, sin respuesta, ya se había levantado y corría a todo lo que le daban las piernas alejándose despavorido del campo de batalla.

En su huída había dejado tirado en el suelo el tan preciado gorro de Rapi Lin, y DQ lo tomó con delicadeza y haciendo una reverencia.

—¿Viste, Sánchez, qué bien resultó esta maravillosa aventura?— dijo nuestro héroe—, está así demostrado que cuando luchás por la justicia, ella te ama, y además recuperamos para nuestra causa esta prenda tan valiosa. A estos ninjas negros retrolos les podemos ganar aunque vengan juntos.

Sánchez no dijo nada. Desde que empezó la acción estaba quieto como una estatua, y con la boca abierta.

El ninja negro ahora era una figurita, estaba a más de dos cuadras y todavía seguía corriendo, libre como un pájaro.



leer texto original completo de Don Miguel de Cervantes Saavedra


INDICE

PRIMERA PARTE
Capítulo 01: Acerca de cómo se rayó DQ
Capítulo 08: Los molinos de viento

SEGUNDA PARTE
Capítulo 17: La aventura de los leones
Capítulo 20: Las bodas de Camacho (en preparación)
Capítulo 23: La cueva de Montesinos (en preparación)
Capítulo 43: Los atinados consejos de DQ a Sánchez (en preparación)