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    DON QUIJOTE Y THE BEATLES
PARTE I - CAPITULO 1: Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. Tenía en su casa un ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo en los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza.
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Se enfrascó tanto en la lectura de libros de caballerías que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio”.  

DQ era de natural sosegado, a medio camino entre un tierno y un duro. Acusaba cincuenta, estaba en buena forma física, seguía soltero, tenía un discreto pasar económico, y su afición era ver películas de artes marciales ocho días a la semana. Dos posters había en la pared de su alcoba, uno de Bruce Lee y otro de Chuck Norris, a los que DQ se refería como “dos de nosotros”.

Las tareas domésticas de su hogar estaban a cargo de Michelle, una sobrina suya de veinte años. Esto le daba a DQ mucho tiempo libre, que utilizaba viendo películas y practicando patadas voladoras, golpes combinados y todo tipo de movimientos de ataque y defensa personal.

Debemos decir que durante bastantes años sus aventuras sólo tuvieron lugar en su imaginación, pero tanto va el cántaro a la fuente... que un buen día decidió pasar al terreno de los hechos. Aunque, para su mal, su opción no resultó la vacación de un día, sino que talló la madera del resto de sus días.

Y como para un roto nunca falta un descosido, el que se dispuso a hacerle la pata fue un vecino suyo, Sánchez, a quien conocía desde hacía muchos años. Sánchez había trabajado haciendo tareas generales en un campo desde su infancia, pero ahora estaba desocupado (y van...) y preocupado. —Si ahora que tengo 54 estoy así, no quiero pensar cómo voy a estar cuando tenga 64— se decía con amargura.

DQ le habló una tarde de domingo por encima del ligustro que hacía de medianera entre sus casas, y bajo la sombra de una higuera le soltó el espiche que decidió sus destinos:

—Hace mucho que lo vengo pensando, y estoy convencido que formaríamos un dúo formidable. Yo persigo el sol de la justicia, y bajo mi dirección podríamos combatir la ola de inseguridad, socorrer a viudas, a pobres, a desvalidos, a huérfanos... qué se yo, hay tanto garca suelto que el campo que tendríamos por delante sería inmenso. Nos movilizaríamos en la Suzuki enduro que tengo en el galpón, a la que podríamos llamar "Rocinante", como el caballo de Don Quijote. Yo no te ofrezco un boleto para pasear, Sánchez, pero pensá que además de la gloria podrás alcanzar otros reconocimientos, y hasta podré nombrarte encargado de algún edificio lleno de ocupas que liberáramos de delincuentes.

No se sabe si fue por lo convincente de las razones de DQ o por el ruido que le hacía su estómago vacío la mayor parte del tiempo, pero lo cierto y verdadero es que aunque algo indeciso Sánchez dio el sí, con lo que quedó abrochada esta disparatada sociedad de dos, contra el inmenso e inacabable mundo de los asesinos, los mentirosos, los charlatanes, los imbéciles, los usureros disfrazados de empresarios...

En fin, contra toda la gama de miserables que, a veces sin que lo sepamos, viven aquí entre nosotros, cuando deberían tener su domicilio en un submarino amarillo en el fondo del mar.



leer texto original completo de Don Miguel de Cervantes Saavedra


INDICE

PRIMERA PARTE
Capítulo 08: Los molinos de viento
Capítulo 21: El yelmo de Mambrino

SEGUNDA PARTE
Capítulo 17: La aventura de los leones
Capítulo 20: Las bodas de Camacho (en preparación)
Capítulo 23: La cueva de Montesinos (en preparación)
Capítulo 43: Los atinados consejos de DQ a Sánchez (en preparación)