DQ era de natural sosegado, a medio camino entre un tierno y un duro. Acusaba
cincuenta, estaba en buena forma física,
seguía soltero, tenía un discreto
pasar económico, y su afición era
ver películas de artes marciales ocho días a la
semana. Dos posters había en la
pared de su alcoba, uno de Bruce Lee y otro de
Chuck Norris, a los que DQ se refería
como “dos de
nosotros”.
Las tareas domésticas
de su hogar estaban a cargo de Michelle, una sobrina suya
de veinte años. Esto le daba a DQ mucho
tiempo libre, que utilizaba viendo
películas y practicando patadas
voladoras, golpes combinados y todo tipo de
movimientos de ataque y defensa
personal.
Debemos decir que durante
bastantes años sus aventuras sólo
tuvieron lugar en su imaginación, pero
tanto va el cántaro a la fuente... que
un buen día decidió pasar al
terreno de los hechos. Aunque, para su mal, su
opción no resultó la vacación de un
día, sino que talló la madera
del resto de sus días.
Y como para un roto nunca
falta un descosido, el que se dispuso a hacerle
la pata fue un vecino suyo, Sánchez, a
quien conocía desde hacía muchos
años. Sánchez había
trabajado haciendo tareas generales en un campo
desde su infancia, pero ahora estaba desocupado
(y van...) y preocupado. Si ahora que
tengo 54 estoy así, no quiero pensar
cómo voy a estar cuando tenga 64
se decía con amargura.
DQ le habló una tarde
de domingo por encima del ligustro que
hacía de medianera entre sus casas, y
bajo la sombra de una higuera le soltó
el espiche que decidió sus
destinos:
Hace mucho que lo vengo
pensando, y estoy convencido que
formaríamos un dúo formidable. Yo
persigo el
sol de la justicia, y bajo mi
dirección podríamos combatir la
ola de inseguridad, socorrer a viudas, a
pobres, a desvalidos, a huérfanos...
qué se yo, hay tanto garca suelto que el
campo que tendríamos por delante
sería inmenso. Nos movilizaríamos en la Suzuki enduro que tengo en el galpón, a la que podríamos llamar "Rocinante", como el caballo de Don Quijote. Yo no te ofrezco un boleto para
pasear, Sánchez, pero pensá
que además de la gloria podrás
alcanzar otros reconocimientos, y hasta
podré nombrarte encargado de
algún edificio lleno de ocupas que
liberáramos de delincuentes.
No se sabe si fue por lo
convincente de las razones de DQ o por el ruido
que le hacía su estómago
vacío la mayor parte del tiempo, pero lo
cierto y verdadero es que aunque algo indeciso
Sánchez dio el sí, con lo que
quedó abrochada esta disparatada
sociedad de dos, contra el inmenso e inacabable
mundo de los asesinos, los mentirosos, los
charlatanes, los imbéciles, los usureros
disfrazados de empresarios...
En fin, contra toda la gama
de miserables que, a veces sin que lo sepamos, viven aquí entre nosotros, cuando
deberían tener su domicilio en un submarino
amarillo en el fondo del mar.
INDICE
PRIMERA PARTE
Capítulo 08:
Los molinos de viento
Capítulo 21:
El yelmo de Mambrino
SEGUNDA PARTE
Capítulo 17: La aventura de los leones
Capítulo 20: Las bodas de Camacho (en
preparación)
Capítulo 23: La cueva de Montesinos (en
preparación)
Capítulo 43: Los atinados consejos de
DQ a Sánchez (en
preparación)
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