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El Maestro Augusto se exprime el marolo
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Odio a los que odian a los homosexuales
A veces mi desprecio para con los porteños es tan grande como los operados, inhumanos y silicónicos senos de Luciana Salazar. Una de esas veces en que los odio profundamente, es cuando veo la discriminación y el rechazo que tienen para con los homosexuales.
En la anti-ecológica Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es moneda corriente escuchar a "los machos" referirse a los homosexuales con apelativos como: putos, trolos, maricones, maricona, comilón, raro, loca, tragazable, tragaleche, chupapene, torta, tortillera, trola, y el término empleado por excelencia: gay.
¿A los heteresexuales se los llama por su nombre, o por un apodo que haga referencia a su sexualidad?
Si bien, y a contrario de la involución de la sociedad capitalina como solidaria con el prójimo, los porteños han evolucionado con respecto al trato para con los homosexuales (imaginar como era ser homosexual hace veinte años) pero le hace falta evolucionar más, mucho más.
Desde la mayoría de los medios se dice que esta evolución en el trato es un gran logro consolidado, sin embargo, no hace falta tener mucha calle para enterarse que la discriminación, el rechazo, y hasta el odio que reciben los homosexuales de la gran mayoría de los capitalinos es tan grande como incomprensible, y tan presente y real como que la carrera de Alejandro Fantino está terminada, ya que perdió toda la onda, y se convirtió en un careta 100 %.
Tomemos por ejemplo del trato que esta sociedad tiene para con los homosexuales, la actitud de dos oficinistas comentando un error que cometió otro compañero de trabajo.
En el caso de que el culpable sea heterosexual:
César: -Che Leo, ¿viste la cagada que se mandó Ferchu?
Leo: -Sí, este es un pelotudo bárbaro, siempre haciendo cagadas.
En el caso de que el culpable sea homosexual:
César: -Che Leo, ¿viste la cagada que se mandó "La Ferchu"?
Leo: -¿Y que querés? Ese puto nunca hace nada bien.
¿Es común ese trato para con los homosexuales de parte de los porteños? ¿Cuál pensás vos qué es tu actitud para con ellos en este tipo de ocasiones?
De parte de las instituciones, tomemos por caso a la policía, es común escuchar este tipo de tristes anécdotas: "Estaba besandome con mi pareja en esa plaza, y unos policías nos empezaron a molestar, a decirnos cosas agresivas, hasta que terminaron golpeandonos, sólo porque somos homosexuales."
Otra institución, la Iglesia, tiene una actitud tan detestable y retrógrada (¡qué raro!) que merece una reflexión dedicada únicamente a ella, la haré.
Historias como esa que conté se repiten a diario. Entonces yo me vuelvo a preguntar si es verdad eso de que los homosexuales son aceptados por nuestra sociedad, y tratados con el respeto y la consideración que merecen por ser humanos, cuya única diferencia es su orientación sexual.
Una vez Jorge Gómez me dijo que las diferencias de la calidad de las personas pasan por otro lado, no por el sexual, no tiene sentido alguno juzgar a una persona por su orientación sexual.
Los homosexuales no pueden sentirse libres sólo porque tienen boliches para ellos, eso no es una vida libre en sociedad. Si bien la evolución en la buena convivencia se da en algunos casos, todavía falta, y muchísimo.
El Maestro, "Percha", y Jazzy Mel
Aquella noche de un sábado del 2000, yo andaba por San Telmo en busca de mi callejero amigo "Percha". Lo encontré en una de las esquinas de ese roquero barrio tomando cerveza en soledad, al verme se alegró y me invitó a hacerle compañía.
"Percha": -¿No sabés lo que pasó hoy?
Maestro: -¿Qué pasó?
"Percha": -Recién se acaba de ir un pibe que estuvo charlando dos horas conmigo, lo encontré llorando mal, me acerqué y le pregunté qué le pasaba.
Maestro: -¿Qué le pasaba?
"Percha": -Él es homosexual, no se lo dijo nunca a nadie, y está destruído porque hace seis meses que tiene novio, y está cansado de vivir a las escondidas, de no poder compartir con sus seres queridos su felicidad. Me dijo que nunca lo aceptarían, ni su familia, ni sus amigos, ni sus compañeros de colegio. Diecisiete años tiene, estaba mal, ¿qué digo mal? No tenía ni ganas de seguir viviendo casi.
Maestro: -Me imagino, se debe sentir terrible ¡Qué sociedad de mierda en la que vivimos!
"Percha": -Totalmente de acuerdo, ¿por qué no dejamos vivir en paz a quien sólo quiere ser libre sin perjudicarnos?
Maestro: -No lo sé, hay demasiados retrógrados en esta ciudad, la solución no es matarlos a todos, pero a veces dan ganas.
"Percha": -Invitate una birra.
Maestro: -Sí.
Seguimos nuestra charla por un largo rato, la historia de ese pibe nos había pegado duro. La discriminación, el rechazo, el desprecio, el odio, son cosas que tanto "Percha", como yo hemos sufrido, y mucho. Nuestro amigos nunca nos perdonaron ser fervientes y enfermos fanáticos de Jazzy Mel.
"Percha": -¿Sabés lo que más me calienta?
Maestro: -¿Qué te toquen la entrepierna?
"Percha": -No, boludo. Con respecto a lo del pibe este.
Maestro: -¿Qué?
"Percha": -Que lo que la gente no entiende es que los homosexuales no sufren para nada por su orientación sexual, sufren por el rechazo de los demás".
Maestro: ¡Cuánta razón "Perchita"! Ahora me viene a la mente esa frase que una vez me dijo Jorge Gómez.
"Percha": -¿Qué te dijo "Popo-Jo"?
Maestro: -"Las diferencias de la calidad de las personas pasan por otro lado, no por el sexual, no tiene sentido alguno juzgar a una persona por su orientación sexual."
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Para comunicarte con el Maestro Augusto, escribile a:
maestroaugusto@lakermese.net. El Maestro siempre te responde.
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