CIEGUITOS (31/10/05)
Gene Rickman es, desde luego, un nombre ficticio. Así dice él que se llama, con una semisonrisa canchera de veterano de los servicios del Departamento de Estado, al que no le interesa que le crean, y que sabe que no le creen.
"Yo conozco a Gene Hackman, el actor", le dije, devolviéndole la sonrisa.
A Gene, o como se llame en verdad, lo vi desde lejos, saliendo del hotel, y el rígido saludo de los hombres de traje oscuro mientras avanzaba tranquilo cruzando la calle Paso me instaló la idea de que ese hombre, de aspecto común y de pelo blanco, cumple un rol de jerarquía en el operativo de seguridad del presidente de su país.
Cuando lo abordé a la pasada pensé que me iba a cortar el rostro, pero resultó ser un tipo muy amable, dispuesto a intercambiar algunas palabras con un "argie". Asumí que era un capo de la custodia, y lo traté como tal. Y, cosa rara, no se extrañó en lo más mínimo y lo tomó como algo natural.
Envalentonado por este acierto mío, obra más de la intuición que del razonamiento, le empecé a hablar en mi inglés de colegio secundario, más cerca de un cocoliche sajón que de una película de Gene Hackman.
A lo mejor este Gene de Mar del Plata está un poco saturado de su trabajo, y se me ocurre que luego de lo de las torres gemelas el "stress" de custodiar al bueno de George lo debe hacer extrañar horrores a Carter y a Clinton. Le pregunté si, en comparación con los actuales, esos tiempos no le parecían un cuento de hadas, y largó una carcajada. "Yes, yes, of course" fue su respuesta. Sí, sí, por supuesto.
Metí segunda, y le dije que nos estaban siguiendo tres cieguitos, haciendo un gesto hacia los tres roperos con anteojos oscuros que caminaban unos veinte metros detrás nuestro, haciéndose los distraídos. Hubo una nueva carcajada de Gene, y ya me sentí un ganador.
"Gene, ¿no te parece que ustedes deberían hacerse la pregunta de por qué los chicos de turbante los odian tanto? A lo mejor si ustedes cambiaran su actitud hacia el mundo nos llevaríamos todos mucho mejor".
Gene me sonrió, y palmeándome en el hombro me dijo muy sonriente "you are a good people, very nice people, Argentina is a great country" (ustedes son muy buena gente, Argentina es un gran país).
Luego agregó que los muchachos nos habían sacado unas fotos, y me pidió mi dirección de mail para enviármelas.
La camioneta se acercó al cordón, y Gene subió en ella. Dobló en la esquina, rumbo a la rotonda del golf.
Los cieguitos habían desaparecido como si se los hubiera tragado la tierra.
TACHAME LA DOBLE (01/11/05)
La llegada de los presidentes aún no se produjo, y vivimos estos días confraternizando con periodistas de distintos países.
Hoy anduve para acá y para allá con un colega peruano, al que llamaré Teófilo Cubillas porque es muy escrupuloso en materia de privacidad.
Caminamos por la "zona de exclusión" del centro de Mar del Plata, intercambiando comentarios sobre esto y aquello. Teófilo me contó que Chile aprovechará esta Cumbre para solicitar apoyo de Argentina, Brasil y Ecuador en el caso de que el congreso peruano apruebe, el jueves que viene, un proyecto de "líneas de base" que consiste en ampliar el dominio marítimo de Perú en aguas del océano Pacífico, por motivos "equis", en unos 35.000 kilómetros cuadrados.
Perú y Chile son los principales productores de harina de pescado del mundo, y si este jueves el proyecto va para adelante, se tensarán las relaciones entre ambos países, que ya estuvieron en guerra por problemas limítrofes en el siglo 19, y quedó como saldo que una parte de la costa peruana pasara a manos de los chilenos.
De regreso en el hotel trabajamos cada cual por su lado, y nos volvimos a juntar para la cena. A la mesa se nos agregó un periodista chileno, al que llamaré Iván Zamorano, y otro uruguayo, al que llamaré "Chino" Recoba. Mientras comíamos surgieron, como algo inevitable, los diferendos entre Iván y Teófilo por las líneas de base, y entre el Chino y yo por el mambo de las papeleras. La noche marplatense, bastante desapacible y fresca, se fue calentando al ritmo de la charla que se prolongó en la sobremesa.
Teófilo, muy prolijo, era el único de nosotros que tomaba nota en una libretita, y registraba con escrupulosidad cada intervención de los cuatro. Todo se desenvolvía de una manera cíclica, cada cual aguardaba su turno con paciencia, y nuestras ponencias, una encendida puja por ganar, seguían el orden de las agujas del reloj. "Esto sí que es una Cumbre", pensé.
De pronto, Iván frunció el ceño, y su rostro se tensó. Miró fijo al peruano, luego a la mesa, y su mano se crispó en torno al negro objeto, apuntando el brazo en dirección a Teófilo. "¿Qué vas a hacer ahora, loco?", le preguntó el Chino.
La respuesta del chileno no se hizo esperar. Dijo con voz apagada: "Maldito seas, Teófilo, esto no da para más. Mirá eso: un 2, dos 3, un 1 y dos 5. Tachame la doble".
El cubilete negro siguió pasando de mano en mano, los vasos se siguieron llenando, y las risas continuaron interrumpiendo nuestras voces, como en toda la noche.
Mientras los pueblos nos juntamos y compartimos la mesa, con su pan y con su vino, nuestros gobiernos se pelean, para solaz y esparcimiento del bueno de George.
CHORIPÁN VS. BANANITA DOLCA (02/11/05)
Como quien no quiere la cosa, Mar del Plata se dividió en dos: la del vallado para allá, y la del vallado para acá.
Una credencial mágica sirve de salvoconducto para pasar de una a otra, de la bulliciosa y comercial a la de la Cumbre de las Américas, ahora paraíso de los pibes que andan en patineta. La gente de prensa volanteamos entre las dos, y confieso que me siento más a mi gusto en la del vallado para acá. El periodista peruano al que ayer llamé Teófilo Cubillas es un tipo macanudo, y simpatizamos de inmediato. Andamos en yunta en nuestras recorridas, y nos separamos cuando él se va para el CIP, que es el centro de prensa de esta reunión continental.
Confieso que no me acredité y no puedo ingresar, pero por propia voluntad. Gente amiga de la ciudad -soy marplatense- me pasó el dato, hace ya un tiempo, de que el famoso CIP tenía muchas computadoras, unas 200, con conexión a Internet de banda ancha, y también muchos teléfonos y fotocopiadoras. Pero el dato que me preocupó es que me hablaron de la existencia de una sola máquina de comida, que expende básicamente golosinas, una máquina de café y una máquina de gaseosas. "Estos a mí no me agarran", me dije enseguida.
No habrá encuentros en vivo entre la prensa y los mandatarios americanos, y en el CIP se podrán ver las reuniones por un circuito de televisión; los presidentes serán para nosotros como los muñequitos de los videojuegos, su existencia real será para nosotros sólo virtual.
Por lo tanto, y apelando a las leyes de la división del trabajo que estableció Taylor y que aprendí en la escuela secundaria, concerté con Teófilo que él será mis ojos y mis oídos en el CIP, y yo seré para él sus ojos y oídos en la Cumbre de los Pueblos.
Me resulta más atractivo un choripán en el Polideportivo que una bananita Dolca en el centro de prensa, y Teófilo es fana de los chiches tecnológicos, a los dos nos conviene el trato.
Teófilo me contó que hoy Hugo Chávez abrochó con los chinos la compra de un satélite, que estará en órbita en el 2008 y hará que las comunicaciones puedan llegar a los pueblitos más alejados de Venezuela. Por supuesto, Chávez pagará con petróleo, y eso le permitirá que su programa de tv "Aló Presidente", Internet y la telefonía celular lleguen a cada rincón de su país.
Por otro lado, Chávez es el único presidente que estará en las dos Cumbres; como el Diego en su partido homenaje, jugará medio tiempo con cada camiseta. La expectativa por sus palabras es pareja en ambas Cumbres, y si bien nos imaginamos cuál será su tenor en el Polideportivo, habrá que escuchar con mucha atención lo que dirá frente al bueno de George. En el hotel Costa Galana se sigue trabajando en la elaboración del documento conjunto, y el gran interrogante está puesto en si será o no el acta de defunción del ALCA.
Como si estuviéramos en el Casino, con Teófilo le apostamos todas las fichas al "chau ALCA".
LA HORA DE LA VERDAD
(03/11/05)
Entramos en días decisivos para ambas Cumbres, la de las Américas y la de los Pueblos. Ahora se trata de poner a punto los textos finales de las distintas comisiones, y lograr acuerdos entre las delegaciones para la redacción del documento final.
Los presidentes llegarán mañana jueves, y el famoso operativo de seguridad, del que hasta ahora sus responsables dijeron que marcha viento en popa, se pondrá a prueba.
Como cada vez que se juntan mandatarios que representan a los principales países del mundo -en este caso habrá uno solo, pero nada menos que el de Estados Unidos- tememos que los exaltados marchen sobre las vallas que rodean a los presidentes y empiecen los disturbios. Si bien los vallados son tres, como anillos en torno a un centro, a la hora de armar lío para algunos esas son consideraciones menores. Y cuando empieza una refriega, después no se sabe cómo sigue, y mucho menos cómo termina.
Por supuesto que no deseamos que pase nada, y no nos ponemos en agoreros. Sólo hablamos de lo que ha sucedido en reuniones de este nivel en años cercanos y en varios países. Y lo que pasó en la estación de trenes de Haedo, tenga o no que ver con esto, demuestra que aquí también hay gente dispuesta a hacer daño.
Los empleados del subte porteño no trabajarán jueves viernes y sábado, porque temen posibles atentados. Sin duda lo sucedido en Londres hace unos meses los tiene atemorizados.
Con Teófilo, Iván y el "Chino" nos fuimos a cenar a La Marcianita, en Colón e Independencia, con pizza y cerveza como plato único. Creemos que la redacción del documento final de la Cumbre de las Américas, que a esta altura del partido ya debía estar terminada, el hecho de que aún esté en veremos demuestra que las posiciones de Estados Unidos y Canadá, apoyadas por pocos países, aún no logran conciliarse con las de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. La conclusión obvia es que los dos grandes países del norte, más allá de que lo desmientan a cada rato, ven al Mercosur como algo que no les conviene. Ellos quieren un comercio libre entre los países del continente, pero se niegan a abandonar su política de subsidios a la actividad agrícola dentro de sus fronteras, con lo que habría un libre comercio sólo en el plano de lo teórico: la realidad sería una competencia desigual, algo así como "les vendemos de todo pero no les compramos nada, sus productos son más caros que los nuestros".
Por supuesto, estas son pinceladas de trazo grueso para graficar las posiciones de los países, hay una multitud de detalles que aquí no contemplamos por falta de espacio, pero queremos que en pocas palabras se tenga una idea de lo que hay en juego. Lo que sucede es que los otros temas, como educación, seguridad, crecimiento, etc., se encuentran con una marcada relación de dependencia ante el tema comercial. La guita manda, o "poderoso caballero es Don Dinero", como dijo Quevedo en su célebre poema.
Respecto de la otra Cumbre, lo que esperamos de ella, más allá de las previsibles manifestaciones anti George, es la elaboración de propuestas concretas que sean alternativas viables, con posibilidades ciertas de realización. De otro modo, sólo quedará de ella una gran protesta y nada más. En vez del "Twist y gritos" de los Beatles, aquí la canción podría ser "Turismo y gritos", muy poca cosa frente a la magnitud y gravedad de la pobreza y la falta de desarrollo que sufrimos millones de personas.
Confiamos en la inteligencia y en el corazón de los participantes, porque de una mera enunciación de principios no podrá salvarlos ni Maradona haciendo jueguito arriba del escenario.
PONÉ LOS FIDEOS, VIEJA, YA ESTAMOS TODOS (04/11/05)
Lo vimos por la tele, por supuesto. Ni siquiera intentamos acercarnos al aeropuerto con nuestras cámaras, repleto de fuerzas de seguridad. Con Teófilo nos instalamos en una parrilla de la avenida Juan B. Justo, para comer, intercambiar información y presenciar el magno acontecimiento de la llegada del bueno de George con un vaso de tinto de la casa en la mano.
Al presidente norteamericano lo vimos distendido, y además muy canchero. Con toda caballerosidad hizo que la comitiva ascendiera al helicóptero que lo trasladaría al hotel Sheraton, y él subió último.
Imaginamos que mostraba ese aspecto tan sonriente y tranquilo porque aún sus colaboradores no le habían pasado el dato de que una porción considerable de los maestros argentinos había decidido para mañana viernes quedarse en casita en lugar de ir al laburo; de haberlo sabido, George habría bajado del Air Force One con cara cúlica, y después de trastabillar en la escalerilla se hubiera mandado adentro del helicóptero rapidito y primero que nadie.
¿La educación de los pibes? No hay problema, el lunes la seguimos. Lo que importa es que este yanqui sepa cuánto lo detestamos, ahora sí que la va a tener clara ese maldito desgraciado. Ah, y de paso voy a aprovechar la mañana para ir a la depiladora, che, tengo las piernas que parezco el Pato Abbondanzieri.
Durante la tarde estuvimos con Teófilo recorriendo la ciudad, apreciando los trabajos de carpintería y herrería de último momento encargados por los propietarios de negocios que, presumen, están en la línea de marcha de la protesta anti Cumbre prevista para mañana. Hábiles e industriosos, los émulos de José se movían con rapidez colocando paneles de madera, a puro martillo, para proteger las vidrieras de eventuales cascotazos.
Teófilo me pasó el dato de que aún -parece mentira- no se pudo consensuar el documento final de la Cumbre, así que ahora los mismos presidentes tendrán el trabajito extra de ponerse de acuerdo entre ellos mismos para poder destrabar el tema. Por supuesto, el núcleo del desacuerdo se encuentra en la definición de las relaciones comerciales.
Por el contrario, la Cumbre de los Pueblos dio a conocer el documento final de sus 7.000 delegados, casi tantos como los agentes de seguridad que hay en la ciudad. Hay, desde luego, una dura condena a los planes norteamericanos de imponer el famoso ALCA, y se propone el no pago de la deuda externa, inviertiendo incluso la relación acreedores-deudores al afirmar que "son los pueblos los acreedores, la deuda ya se pagó varias veces".
Otro punto es la afirmación de que la educación debe estar excluida del tema comercial, y además se dice que "rechazamos el adagio que proclama que el éxito de la mayoría es sinónimo de mediocridad; afirmamos, al contrario, que no puede lograrse una educación de calidad sin eliminación de las desigualdades". Será muy interesante desarrollar análisis a partir de esta premisa.
Con Teófilo nos marchamos al hotel, ya que mañana habrá que madrugar porque será el día más movido en lo que va de la Cumbre.
AMARGURA MARPLATENSE
(05/11/05)
Hoy estas líneas estaban destinadas a reflejar lo acontecido en el estadio mundialista de Mar del Plata, tanto los discursos como la faz artística. Pero las anotaciones que hice allí, en hojitas que guardé en los bolsillos para desarrollar ahora, quedan para otro momento.
La furia destructiva de una manga de imbéciles, no por prevista menos dolorosa, me cambió el ángulo del enfoque. Ver a mi ciudad natal, a los pacíficos vecinos y comerciantes azorados, con sus ojos como el dos de oro, dolidos, amargados, indignados, balbuceando su incredulidad en frases cortas del tipo "no lo puedo creer", "Charly, vení, mirá esto, me rompieron todo el negocio", "¿cómo es posible?", "¿de dónde salieron estos animales?", me entristeció hasta lo indecible. Hasta el punto, incluso, de que mi cámara fotográfica quedara colgada de mi hombro, como negándose a registrar el saqueo. Dejé de ser periodista y me recontra calenté como marplatense.
Logré ubicar al intendente Katz, pero no pude hablarle. Cuando llegué junto a él, en momentos en que rechazaba con insistencia y gestos de furia contenida la custodia policial que lo rodeaba para protegerlo de... de no sé qué, porque la gente sólo le hacía preguntas, dijo la verdad a un micrófono: "yo no protejo a nadie (refiriéndose al presidente norteamericano), yo soy el intendente". La pregunta fue de alguno que estaba cerca, que le gritó por qué no protegía a los vecinos en lugar de proteger a Bush.
Claro, la velocidad y magnitud de los acontecimientos, cuando todavía los bomberos están tratando de sofocar las llamas aquí y allá, nos marea y perdemos la perspectiva de cómo son las cosas.
Pero eso puede durar un rato, nada más. Mi esposa me llamó desde Buenos Aires asustada por lo que veía por la tele, y le dije que estaba bien, pero amargado. Porque esa es la principal emoción que siento, sobrepasa a todas las demás.
Es amargura porque pareciera que tantos años de dolor para poder llegar a vivir en libertad, para decir sin temor lo que pensamos en voz alta, para elegir con un voto a quienes nos gobiernen, para que nadie nos diga qué película podemos ver o qué libro no podemos leer, no nos hayan dejado la clara enseñanza de que con la violencia estúpida lo único que hacemos es abonar el terreno de una futura represión a cargo de los que tienen poder económico y militar. Así fabricamos nuestra futura esclavitud.
La resistencia debe darse en todos los planos de nuestra acción, proponiendo, discutiendo, participando. Pero cuando nos tapamos la cara con una remera, rompemos vidrios e incendiamos coches al tuntún, y hasta robamos alfajores a puro cascotazo, en nombre de lo que sea, sólo somos delincuentes, y con el agravante de que también somos estúpidos.
Frente al espectáculo de destrozos, saqueos e incendios, hay señores que se frotan las manos con satisfacción, porque luego dirán desde su tribuna, su púlpito o su despacho que "esto no puede seguir así, no podemos permitir eso, lo que hace falta es terminar con este estado de cosas".
El hartazgo de la mayoría de nosotros, que sólo queremos vivir en paz para desarrollarnos como personas, hará el resto.
Depositaremos nuestro destino —nuestro voto— en esos presuntos salvadores, y la película hasta puede terminar con un nuevo pasajero en el Tango Cero Uno: un tipo con cara de nada, de ojos claros, con un bigotito pedorro, que saluda muy raro con el brazo derecho extendido hacia arriba.
El Air Force One ya tiene uno bastante parecido.
LA CUMBRE FUE
(06/11/05)
La Cumbre de las Américas ya fue. Nos juntamos con Teófilo para cenar y pasarnos información, y también se nos unieron varios periodistas más.
Teófilo me contó que una colega brasileña le dijo que para ella la Cumbre fue como ver un programa por la tele, porque no hay contacto personal con los presidentes, y sólo se los ve en un monitor. Y además es como una película de Carlitos Chaplin, porque es sin audio. Le respondí a Teófilo que ese fue el motivo por el que no me acredité en el CIP, y que será muy difícil que el video de esas reuniones, en el supuesto de que se edite y se distribuya, pueda alcanzar la masividad y el interés que logró el de Pamela Anderson en Internet, también sin audio, vistos los magros resultados alcanzados luego de tanta discusión.
Esta tarde, a eso de las 4, el bueno de George partió de Mar del Plata. Fue el más nombrado, el más puteado, el más fotografiado. Se llevó todos los premios él solito. También se llevó algunos disgustos de su paso por aquí. Le debe haber quedado atragantado que no pudiera imponer pautas para el famoso tratado comercial para todo el continente, y también le debe haber dado bastante bronca el faltazo docente del viernes repudiando su presencia en Argentina (?). Y a lo mejor se quedó con las ganas de sacarse una foto junto a los lobos marinos de la Rambla, pero sabemos con certeza que se llevó de regalo una caja de alfajores. Nos dijeron -esto no lo confirmamos- que también le dieron havannettes, de esos con gustito a limón. En el revoleo tan mal no le fue.
El balance de esta Cumbre, muy provisional porque aún no se ha secado la tinta del documento final, es bastante pobre. Lo analizaremos con mayor detenimiento antes de hablar sobre él. En lo inmediato, en la vida de todos los días de los millones que vivimos en esta parte del mundo no se percibirán cambios significativos.
Nuestra cena con los colegas fue muy animada, pero nos sobrevolaba una cierta tristeza. Mañana domingo cada cual partirá de regreso al lugar de donde vino, y este contacto personal será, de ahora en más, un recuerdo alimentado por los mensajes de correo electrónico.
Nos enfrascamos en anécdotas personales de estos días, la cerveza ayudó al buen humor y a la charla cálida y prolongada. Ya avanzada la noche, estábamos heridos sin remedio por la inminencia del adiós, y caminando despacio nos dirigimos a nuestros alojamientos.
El presidente Chávez se quedará, el único, unos días más en el hotel República. Nosotros estamos en la duda de quedarnos para intentar entrevistarlo o de emprender el regreso, conversaremos con el director de La Síntesis para definir este asunto. En lo personal, somos bastante escépticos en cuanto a conseguir material periodístico valioso, lo decimos con honestidad.
Luego del incesante ruido de los helicópteros en estos días, del clamor de la multitud en el estadio Mundialista y de las sirenas de los bomberos urgidos por los focos de incendio, la noche se nos ofrece con una calma reconfortante y propicia a la introspección.
Ya empiezan a retirar las vallas en varios puntos, y ahora todo esto será un recuerdo, que se irá desdibujando con el paso de los días. El abrazo emocionado con Teófilo, que se irá mañana muy temprano, se hizo fuerte y prolongado.
Cuando me separé del peruano, mi visión se había tornado algo borrosa. Y juro que apenas tomé dos vasitos de cerveza.
|